*por Francisco Mazzaro, politólogo
En Octubre del 2019 escribí un pequeño artículo periodístico llamado el tridente de Damocles (https://informate.net.ar/2019/10/el-tridente-de-damocles/?fbclid=IwAR3CTUxZarkBZNJAERf3K6XpTn5leY5XQxLew_Dx0B48Heuquq0KoEpy8Jo) en el cual describía a mi entender, como Alberto Fernández se iba a ver rodeado por tres problemas fundamentales, el político partidario interno, su relación con los partidos políticos de la oposición y por último la economía. Su posible segundo mandato y la continuidad del kirchnerismo en el poder dependía de que en estas tres áreas el saldo sea positivo, o al menos en 2 de 3.
Por supuesto que para mí era imposible saber lo que se venía, nada mas y nada menos que la pandemia provocada por el COVID-19, la cual trajo de su mano un cambio total de las relaciones políticas y la situación económica. Increíblemente los primeros meses de la pandemia fueron los mejores para el gobierno nacional, pero para Julio/Agosto de ese 2020 la imagen de Fernández empezaría a caer para nunca más levantarse. Pero no me voy a detener allí. A 3 años de aquel 2020, la pandemia empieza a ser mas bien un recuerdo en la mente de las personas, que exigen respuestas a los problemas inmediatos. Y a 4 años de haber asumido como presidente, este año se elige al próximo en sentarse en el sillón de Rivadavia, legisladores nacionales y gobernadores en varias provincias.
El saldo de su relación con el Frente de Todos (su propio partido) no fue para nada positivo. Al no poder (o querer) construir un “Albertismo”, es decir, un núcleo de adeptos que lo respalden dentro de su propio gobierno, el presidente fue perdiendo posiciones de manera cada vez mas clara frente a su vicepresidente que ha tenido una mayor vocación de poder que él. La renuncia de Guzmán (uno de los intocables de Alberto) fue la coronación de este proceso de interna, que no solo impactó en los pasillos de los ministerios, sino también en los medios de comunicación. Kirchneristas duros pidiendo que “el presidente use la lapicera” es más que nada una denuncia en léxico del partido oficialista, como sinónimo de que el presidente se encuentra inmovilizado y no gobierna. Pecado capital dentro del justicialismo. Los últimos discursos de cristina se acercan más a la posición de un opositor que a un miembro del gobierno.
La oposición política partidaria está oliendo sangre y ya entró en frenesí, un frenesí un tanto descontrolado porque ya está empezando a ser victimas de sus propias internas, Bullrich & Larreta, UCR & PRO, referentes y candidatos varios que están sacando chispas a lo largo y ancho del país. Pero más allá de eso, y centrándonos en el ejecutivo nacional, el Frente Juntos por Cambio fue la principal fuerza electoral en la elección intermedias de 2021, los sondeos aún la muestran como una fuerza muy competitiva. Y como si no fuera poco, el surgimiento de Milei trae otra fuerza que aparenta ser competitiva al escenario electoral, pero eso queda por verse aún. Lo cierto es que a meses del inicio de las elecciones, el frente que gobierna no parece ni siquiera partir con ventajas claras en un contexto latinoamericano, en donde los gobiernos nacionales que están en el poder van cambiando de signo político.
El aspecto económico fue la principal fusta que corrió al gobierno de Fernández. La inflación, devaluación, la pérdida del poder adquisitivo y los problemas de deuda hicieron que la ciudadanía se encuentre muy descontenta con el gobierno nacional. Todo se puede reducir en una frase que si bien es una chicana, dice: “prometieron volver al asado y nos dieron polenta”. El kirchnerismo de Alberto prometió volver al pasado kirchnerista, en donde los niveles de ingreso y consumo eran mayores que con la gestión macrista. Pero todo lo contrario, esta nueva gestión profundizó aquellos retrocesos del gobierno anterior, a tal punto que parece que los años macristas fueron más felices, y es cierto que a pesar de todo existió mas estabilidad.
En suma, con todo lo antes dicho, el actual gobierno argentino no está empezando bien el año de cara a las elecciones, son la segunda fuerza electoral, la situación económica no está resuelta con una profunda crisis, y la oposición con ganas y voluntad de sucederla en el poder. Si bien faltan algunos meses para las elecciones y mucho puede pasar, un cambio de gobierno es una gran posibilidad que nos podría deparar este presente año.